sábado, 18 de junio de 2011

La motivación para correr puede estar en una frase

Me toca correr 20 kilómetros, casi una media maratón. Y debo confesar que me da miedo. Lo combato, lo arrincono, pero puede estar allí, agazapado, esperando hacerme flaquear.

Uso técnicas mentales apropiadas para derribarlo. Y por lo general lo logro. Pero por ahí reaparece ese fantasma normal de nuestras vidas.

Lo bueno es que la mayoría de las veces hay alguien que te reubica en el camino. Que metafóricamente te carga y te retorna mentalmente al pavimento, con total control de la certeza de terminar la carrera. Siempre aparece el rostro de alguien, la imagen soñada, la banda sonora de una película, que te entregan esas energías tan necesarias para ejecutar la tarea.

Les dejo un video para emocionarse. Y unas frases para pensar.



"En esencia, somos diferentes de otros. Si quieres ganar algo, corre los 100 metros. Si quieres experimentar algo, corre un maratón".
Emil Zatopek, atleta checo. Cuatro veces ganador del Oro Olímpico. Tres en las mismas Olimpiadas de Helsinki, en 1952 (maratón, 5 mil y 10 mil metros).

"El milagro no es que lo haya finalizado. El milagro es que haya tenido el coraje de comenzar".
John Bingham, corredor estadounidense que motivó una nueva visión en muchos corredores amateurs para este deporte.

"Les digo a nuestros corredores que dividan la carrera en tercios. Corre la primera parte con tu cabeza. La segunda con tu personalidad y la última con tu corazón".
Mike Fanelli, entrenador de corredores.

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4 comentarios:

  1. YO CORRÍ LA MARATÓN DE NY

    Aunque parezca políticamente incorrecto, compartir una experiencia como la de correr -y terminar- la Maratón de Nueva York, justifica cualquier pequeña vanidad personal.

    Un día sin mayor reflexión mientras trotaba por el parque de Miraflores en Cuenca, decidí inscribirme en la mayor carrera pedestre del mundo. Mi máximo logro había sido participar en la querida Carrera de las Cruces y en una que otra competencia local de hasta 15 kilómetros. Llevaba algo más de un año dedicado al atletismo, -gracias a que dos amigos decidieron despertarme la madrugada de un sábado y me llevaron con ellos a correr- y me había gustado la experiencia: hicimos un equipo, nos inscribimos en la Escuela de Marcha de Luis y Juan Chocho y Santiago Supliguicha y luego el progreso y los resultados empezaron a llegar; sin embargo, correr 42,195 kilómetros es un reto que lleva a los límites a personas normales como yo.

    La afortunada intervención de un veterano atleta cuencano residente en la Gran Manzana, llamado Rolando Vizhnay, al que me recomendó el amigo deportista Edwin Loyola, me permitió conseguir un cupo para la carrera. Tenía algo más de dos meses para prepararme y tuve que abandonar temporalmente las distracciones normales, limitar el consumo de grasas, hidratarme adecuadamente y alimentarme (como nunca lo he hecho) de manera sana. Poco a poco tenía que correr más kilómetros por semana para poder estar listo para el gran día. Lamentablemente una lesión oculta apareció a un par de semanas del viaje. Sin embargo, la voluntad fue más fuerte que las circunstancias y olvidándome de los riesgos decidí continuar con el proyecto.

    Llegué a Nueva York y experimenté la locura de una metrópoli concentrada en la carrera, con una organización previa perfecta. A la hora oportuna estuve en la línea de partida orgulloso de vestir mi camiseta del Club Deportivo Cuenca, al pie del puente Verrazano para probarme a mí mismo que uno puede llegar a donde se proyecta; sonó el disparo, se escuchaba como música de fondo la voz de Frank Sinatra y sin darme cuenta estuve devorando la distancia, viviendo la vida, mirando con mis ojos a los judíos ortodoxos de Brooklyn, a los dominicanos de Queens, a los afrodescendientes en el Bronx, a los yuppies de Manhattan, escuchando todo tipo de música y aliento en todos los idiomas posibles y sintiendo que era posible llegar a la meta. La emoción crecía cada vez que algún cuencano reconocía el uniforme colorado que llevaba y se sentía identificado.

    Después de superar el cansancio y de sentir que la meta estaba cerca me puse a pensar en tantas y tantas personas que eran parte de esta experiencia, en la divinidad -el entrenador de siempre, el corazón y los músculos eternos- en la familia, en la novia, en los amigos, en mis empleadas que siempre tuvieron la comida preparada y la ropa lista para poder correr. Todos me empujaban a la meta. Ya habían pasado algo más de cuatro horas de correr y no había lesión que me detenga: Vi la línea final, la superé y experimenté una satisfacción imposible de narrar. Luego Nueva York era una fiesta, los corredores con medalla recibíamos desde cerveza gratis en los bares, hasta regalos de los neoyorquinos en las calles.

    Está bien aquello de escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo para realizarse como ser humano, pero creo que la lista está incompleta si no incluimos el terminar una Maratón. Realmente el orgullo personal vale cualquier sacrificio.

    Esteban Coello Muñoz

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  2. Muchas gracias, Esteban por tu comentario y por comentarnos tu maravillosa experiencia. ¡¡Es muy motivadora!! Te imaginé corriendo por las calles de NY con esa camiseta colorada y escuchando todo tipo de música. Saludos y otra vez gracias por tu aporte.

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  3. Hola recien empeze tengo casi 1año, espero correr una 42k en unos 2 años, recien competo 10.
    Me gustaria saber por que se me acaba la energia, a los 6 km me da ganas de caminar..

    Gracias.

    Daniel PC

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    Respuestas
    1. tu mente piensa que no puedes, pero SI PUEDES

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