martes, 26 de julio de 2011

Jefferson Pérez, un oro olímpico contado en Twitter


Tomado de sporting-heroes.net

Son 15 años del único oro olímpico de Ecuador. Jefferson Pérez nos enseñó a creer más en este país. Un guerrero, con una coraza mental poderosa, mucho más fuerte que su estructura ósea, que lo hizo múltiple campeón de marcha a nivel mundial.

Ahora, 15 años después, Jefferson Pérez Quezada, el cuencano que vendió periódicos cuando era niño, nos recuerda el paso a paso de cómo logró la medalla de oro en los 20 km marcha de Atlanta 96. Lo hizo en Twitter, en partes, manteniendo la emoción de su historia. Reúno el relato en uno solo, ayudándolo con las palabras completas y atreviéndome a puntuar y ubicar tildes mejor al campeón, que lo ha hecho con la rapidez de un smartphone, con certeza. Lo hago para recoger ese ejemplo de vida, de lucha, que nos puede ayudar a cualquiera que quiera ser un pequeño campeón en las pistas que se proponga.

El relato. Habla Jeff

- Hace 15 años. Luego de entrenar fuimos a buscar uniforme porque no tenían en la delegación ecuatoriana.
- Hace 15. Me acababan de informar que mi hermano, quien se había pagado sus gastos totalmente, no tiene habitación donde dormir.
- Pasaba por una pizzería comiendo algo. Luego que habíamos conseguido al fin el uniforme a mi talla para competir el día siguiente.
- Y mi hermano llegaba a la villa olímpica. Como no tenía credencial, salimos a la esquina a tomar un café. Entonces le di la noticia.
- "No tienes dónde dormir, hice la reserva de habitación, pero te cancelaron". Y empecé a preguntarme dónde va a dormir mi hermano. ¿En la calle?
- Y el respondió: "Nuestra madre nos hizo guerreros. No te preocupes por mí. Tú enfócate en lo que viniste a hacer. Yo estaré en la línea de salida".
- Y mientras caminábamos por el sector ingresamos a un local y mi hermano emocionado quería comprar un llaverito con copia de la medalla.
- Y me pregunta: "¿Qué te parece?" Entonces respondo: "No compres, que mañana nos llevamos una de verdad". Su rostro enmudeció y dejó el llaverito.

La noche previa y una llamada a mamá
- Luego de la cena llegó a la habitación y preparó mis ropas para la competencia. Las dobló, revisó cada costura, cada unión, los zapatos...
- Están reencauchados. Les hablo como si fueran mis cómplices. 'Amigos, vamos, una competencia más. No me fallen, aguanten un poquito más'.
- Ahora vamos a colocar el número. Calculo que esté colocado exactamente en el centro de la camiseta. Los imperdibles los traje desde Ecuador.
- Son los más pequeños que existen, así evitaré que la piel se corte muy pronto con la fricción de la camiseta. Me coloco y la siento...
- ... De maravilla. Observo el último elemento de mi armadura: mi gorra. Me la coloco y está perfecta, siento cada momento como en cámara lenta.
- Ahora toda la armadura está lista. La coloco en la mochila y le comunico al entrenador que voy a caminar un ratito.
- La verdad, no es que quiero caminar, sino buscar un teléfono para llamar a mi madre y pedir la bendición. No sé si mañana pueda hacerlo.
- ¿Aló? Hola mamá, necesito tu bendición. Y responde: 'Que Dios te bendiga: en el nombre del padre, del ...amén. Dios guiará tus pasos'.
- Le agradezco por ser mi heroína y haberme enseñado cómo pelear en la calle. Ahora voy a pelear en la pista. Porque para ganarme tendrán que matarme.
- ¡Al fin tengo la armadura física y espiritual para el combate de mañana!

Regreso a los orígenes
- Regreso a la habitación caminando lentamente, sintiendo la fresca brisa de la noche. Y pienso ¿dónde estará mi hermano? Ingreso al cuarto.
- Y me acuesto. Observo el tumbado de la habitación y empieza el último entrenamiento psicológico: recordar de dónde vengo. De dónde soy.
- El origen de todo. Y recuerdo corriendo por las calles vendiendo periódicos, cargando bultos en el mercado, vendiendo frutas con mi madre.
- Peleando en la escuela, tan divertido. De pronto, las imágenes cambian y ahora los entrenamientos más intensos, más dolorosos llegan a la mente.
- Y la tercera parte: veo en mi mente el recorrido y mezclo los primeros con los segundos recuerdos. Mi corazón se acelera y los músculos, tensos.
- E imagino mañana peleando, dándoles dura pelea. Si llego al puente con todos, entonces avanzará aquel que no tema morir.
- Imaginando el ingreso al estadio con los músculos destrozados y el corazón explotando, termina mi visualización de la competencia, último entrenamiento.
- Abro los ojos y la habitación oscura me hace volver a la realidad de la noche. Me pongo de rodillas y oro: Mi Dios, por ti y para ti.
- Ahora, a la cama a descansar. Mañana será un gran y largo día.

El día de la verdad
- Siendo las 5 AM hora de Atlanta, las 4 AM hora de Ecuador, abro mis ojos: 'Gracias mi Dios por este día que me permites llegar a este lugar.Amén'.
- Recorro las cortinas de la habitación y veo el cielo un tanto nublado, y me digo: 'Un gran dia para ganar una medalla olímpica para mi país'.
- Me dirijo a la regadera y tomo una ducha con agua muuuy fría. Necesito bajar la temperatura del cuerpo porque luego subirá.
- Mientras recorre el agua por la espalda llega el primer recuerdo de la mañana a mi mente: los desgarradores entrenamientos en el frío del Cajas.
- Y sé que si sobreviví a esos entrenamientos extremos, hoy estaré dispuesto a morir. Y templando me dirijo a mi habitación a ponerme mi armadura.
- Mientras me visto pongo música instrumental en una casetera y escucho Vasija de barro y otras canciones del pentagrama nacional.
- Ingresa el entrenador a la habitación y dice: '¿Estás listo?' No dudo en responderle: 'Me hubiera gustado tener un 7 en mi número'. Siempre me gustó.
- Él responde: 'Pero si 1326 es perfecto: 1+3+2+6= 12, eso es 1h20m y terminas jajaja (luego el siete aparecería al terminar la competencia 7 seg).
- Nos dirijimos al comedor, mientras, en la delegación ecuatoriana todos duermen y al comer puedo sentir cada alimento como si fuera el último.



Un retraso inesperado
- Terminando de desayunar nos dirijimos al bus: Oh sorpresa, el bus está lleno y hay algunas delegaciones que no podemos ingresar al mismo.
- Nos toca ir en otro autobús. El viaje normalmente demora 15 minutos al estadio, sin embargo ya pasaron 45 minutos y el señor está extraviado.
- El chofer llegó cinco días antes y es de Nueva York, no conoce Atlanta. Todos expresan sus molestias, yo estoy sentado, observando el paisaje.
- Observo mi reloj discretamente pues es un poco viejito, pero quiero usarlo porque me lo obsequió mi hermano. Es hora de empezar el calentamiento.
- E inicio con mi rutina de estiramiento. En el bus, todos nerviosos, ansiosos y molestos. Llegamos al estadio, nos indican que ya cerraron puertas.
- Ante la explicación de varios países nos autorizan el ingreso. Estamos contra el tiempo. Los demás están terminando su calentamiento.

El inicio de la competencia
- Sin embargo, me doy tiempo para colocar mis cosas en mi sitio y Enrique, el entrenador, me indica que caliente rápido. No tengo prisa.
- Siento que el tiempo pasa lento. De pronto: 'Competidores a pista'. Todos se dirigen a pista, último momento que en la soledad tengo una conversación con mi Dios.
- Termino y me dirijo a pista. Soy el último en ingresar. Nos colocamos en línea de salida, soy de estatura promedio, mis rasgos me delatan latino!
- De pronto... PUUUUUN! El disparo inicia la competencia, me ubico en la mitad del pelotón sin perder de vista a los primeros, salimos del estadio.
- E inicio mis cálculos matemáticos: temperatura, velocidad, peso, etc. etc. etc...
- Me aproximo a la primera vuelta y miro en la vereda a mi hermano de pie, observando. Me da millón alegría, aunque pienso: '¿Dónde dormiría anoche?'
- El cronómetro me indica que el ritmo está dentro de los parámetros calculados, y algunos competidores empiezan a juntarse, hacen equipos.
- ¡Ánimo! Tu compañero de equipo es Dios, vamos tranquilo. Llego al abasto de liquidos, ingiero sin derramar nada, son 150 ml que no puedo desperdiciar.
- Y caminamos el recorrido paso a paso, y los atletas chinos, rusos, españoles, mexicanos, empezaron a hacer equipos y vuelta, vuelta...

El pelotón es de 12
- Llegamos así hasta un poco más de la mitad de la competencia. Ya no puedo calcular, mi cuerpo está cansado, el grupo solo somos 12 competidores.
- Escucho al entrenador: '¡Vamos, ánimo amigo!', y observo y escucho a la barra mexicana gritando "sí se puede". Me pregunto ¿qué significará esa frase?
- Observo que uno de los competidores se escapa del pelotón. Es un ruso y nos saca ventaja considerable, yo debo seguir en el pelotón con calma.
- El grupo de 12 comienza a separarse. Dios, me duele todo, pero si aguanto ya estaré entre los 12 mejores. 'Solo soporta', les clamo a mis músculos.
- Llegamos a los 3/4 del recorrido, estamos 8 competidores y yo soy el octavo. Aquí defiendo mi posición, no voy más!!

La mente sacude a los músculos
- Mi mente empieza a desvariar, y de pronto escucho: ACUÉRDATE DE TU GENTE, DE TUS CALLES, DE TU ORIGEN!! La voz de mi hermano.
- Y mi mente se escapa de la competencia por un instante y recuerdo vendiendo periódicos. Vamos, muévete, tenemos que vender rápido, imágenes del mercado.
- Imágenes de mi origen rodeado y formado en las entrañas del mismo pueblo. Y mi mente estimula mis músculos y despierto al calor de Atlanta.
- Vamos cabrón. Ánimo, tu pueblo es peleador y tienes que representarlos. Vamos, fuerza.
- Alzo la mirada, tengo que quedarme en este pelotón. Ya somos solo cinco: México, rusos y un balín ecuatoriano.
- Pero no están alrededor los favoritos. Se quedaron, ya no están los inmortales. Todo este grupo es tan humano como yo.
- Vamos, ánimo, imagínate que todo el país esté haciendo fuerza, trata de imaginar esa fuerza en ti, ánimo.

Ayuda desde el cielo
- Ya estamos en los 5 primeros, de este puesto no me dejo. Pero mis piernas...
- Dios, siento que mi pecho va a explotar. Parece que tuviera toneladas de peso en mi pecho y una carga gigante encima. Todo está dicho, voy a defender...
- A defender mi posición. De pronto, llegan sonidos imaginarios a mi mente.
- 'Jeff, cuando estés compitiendo acuérdate de mi hijo que desde el cielo te ayudará a pedir fuerzas a Dios'. Las palabra de Fico, mi amigo...
- Días antes, su hijo falleció en un accidente y sobre el féretro me dijo esas palabras. Mi mente otra vez en Atlanta, aún puedo....
- Puedo respirar aún. Vamos, prometiste que 'para ganarme tendrán que matarme'. Vamos, es una promesa, hay que cumplir.
- Si aún estoy vivo, aún existe una oportunidad. Ánimo,¡¡¡ vamos!!!! Dios, ilumina el camino para seguirte.

Fuerza latina
- Y observo dos rusos adelante, un mexicano a mi lado derecho, esto parece imposible.
- ¡¡¡¡LATINO!!!! Ahora vamos contra las rusos, ¡¡¡latino hasta la muerte!!! Extiendo mi mano y digo: 'Miky, vamos por América, por los latinos'.
- Él extiende su mano y me responde: "Vamos amigo, por América".
- Mis ojos solo ven a los rusos. Ahora imagino a Rumiñahui y su rostro, así debo enfocar, y vamos, estamos cerca ¡¡¡ánimo!!!
- Alcanzamos a los rusos en el último retorno de la vuelta, ahora ya somo solo tres: un ruso, un mexicano, un ecuatoriano, ahora estamos en igualdad.
El puente, un sinónimo de luz
- Y llego a pasar debajo del puente y días anteriores sabía que el puente me daría sombra, por lo tanto aire fresco, y le dije al entrenador...
- Si llego hasta el puente con alguien más, entonces ganará aquel que no tenga miedo a morir, y mi madre ya me dio la bendición. Ahora, hasta la muerte.
- Dios, tan generoso, juega con mi mente, y empiezo a ver como si fuera un túnel el recorrido y hay solo luz al final del túnel.
- Me siento muy atraído por la luz. Vamos más rápido, que el túnel puede cerrarse, igual que cuando vendía periódicos.
- Debo terminar antes que el sol se oculte!!! Hasta siempre, madre.Y empiezan a presentarse vacíos en mi mente, no hay recuerdos.
- No hay cálculos matemáticos, no hay fuerzas, frecuencia cardiaca: 210 pulsaciones, parece que se me va a salir el corazón.

Se ve el estadio
- El juez me indica el trayecto al estadio. Dios mío, acepta mi humilde ofrenda, no tengo oro ni espadas, tan solo mi esfuerzo.
- Ya puedo observar la puerta de ingreso al estadio, y un señor tiene una bandera, qué hermosa es mi bandera, de mi gente, ¿será que me la da?
- ¿Y si no quiere darme, y si me descalifican, y si me caigo? Decido continuar de largo. (Roberto Omar Machado luego me diría...)
- "Y veía cómo te acercabas y no sabía si darte o lanzarte la bandera, 'y si se cae y si le descalifica', entonces evité hacer ningún movimiento").
- Ya no escucho nada, la cabeza me explota, los músculos están destrozados e ingreso al túnel del estadio, todo pasa lento e imagino...
- A mi Dios extendiendo sus brazos al final del puente, pronunciando mi nombre: 'Ven nardo, ven a mí', y cuando creo voy a tomar sus brazos.

La gloria

- Escucho "aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa", un solo grito de 60.000 personas juntas.
- Qué miedo, ¿qué pasa? Tranquilo, solo es la gente recibiéndote. Y observo la línea de meta, solo faltan 60 metros y cada paso parece una eternidad.
- La linea esté cerca. Dios mío, qué hago, no no puedo más. De pronto miro a un par de personas como locos gritando: son Mario y Martha.
- Compañeros de la selección. Habían prometido ir a ver mi competencia y llegaron. Y hay otro más llorando junto a la meta.
- Es mi hermano, y yo no puedo más, cruzo la meta y mi cuerpo se desvanece.
- La paz emocional, espiritual, invade mi mente, mi cuerpo, mi corazón.
- Gracias mi Dios por aceptar mi ofrenda..Esta vez no te fallé, mi Ecuador.
- Madre mía, te amo, construiste al vendedor de periódicos en el mejor del mundo, ¡cómo necesito darte un beso madre mía!

domingo, 17 de julio de 2011

¿En qué lugar quedaste? La media maratón y el recuerdo de El Principito


Foto: Fernando Astudillo

Me la repitieron amigos, familiares, compañeros de trabajo. Corrí la media maratón de Guayaquil, la terminé, y la pregunta de cajón fue: ¿En qué lugar quedaste?

Recordé enseguida a El Principito. Ese fantástico texto, metáfora completa para entregar una lección de vida que nos dejó Antoine de Saint-Exupéry. Uno de los diálogos del héroe venido del asteroide B612 dice lo siguiente:

"A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?". Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?".

Reflexioné y comprendí aún más la pregunta recurrente de en qué lugar había quedado. Ni siquiera me la había hecho hasta ese momento (luego supe que fui penúltimo de los que la terminamos con 2h40 minutos). Realmente lo que anhelaba era poder recorrer los 21 kilómetros. Vencerme solo a mí, que es con el único que compito.

Quería vencer a ese personaje que a veces dice no puedo. Al que a veces le cuesta levantarse para ir a correr distancias que a muchos les parecen de locos. El que siente algún dolor en sus rodillas, en su talón. Molestias que generan dudas. Derrotar a ese es lo que me importa.

Sonreí cada vez que me repitieron la pregunta. Y volví a recordar a El Principito y su frase sabia: A los mayores les gustan las cifras.

sábado, 2 de julio de 2011

La media maratón o la mitad del camino


Tomado de goodrunningshoes.net

Mañana corro la media maratón de Guayaquil. En realidad corrí ya un kilómetro más de esa distancia hace siete días, pero siempre el partido oficial será el que más adrenalina envuelve.

Es la mitad del camino. El 50% de la meta final. Pero cuando se mira hacia atrás, hay una carretera que ahora la veo gigantesca en su andadura. Son casi 300 kilómetros recorridos en dos meses. Distancia que se ha ido acumulado como memoria interna en mis piernas, pero sobre todo en mi mente. Los 5 k que antes costaban, son ahora algo relativamente fácil. Los 10 k que podían parecer eternos, ahora llegan más rápido.

Correr es un proceso de aprendizaje. De prueba y error. De batallas internas. De conocerse más a uno mismo. O de aprender trucos en la comida, como el del maravilloso spaghetti la noche anterior a una carrera larga.

Correr es a veces bajar la cabeza y observar tus zapatos en movimiento y olvidarte del mundo por un momento. Olvidarte de sus maravillas y sus desgracias, de los lamentos que luego oirás, de los problemas que resolverás. De los que no podrás resolver.

¿Correr es escapar? No lo había pensado hasta esta línea. Pero sí, ¿quién no necesita hacerlo de vez en cuando?