Haruki Murakami, escritor y corredor.
Foto tomada de http://cheeseburgersandfries.tumblr.com/
Habla del dolor al correr. De lo obvio que se viene cuando se intentan recorrer largas distancias. Habla, también, del poder mental para paliar el dolor físico. Murakami, un bestseller literario con una fama poderosa y seguimiento de culto, tiene una particularidad: es literato y maratonista. Es un amante de las letras y del asfalto. Es un apasionado de exigirse a sí mismo hasta límites insospechados, como aquel día que corrió 100 kilómetros o como aquellos en los que se dedicó a ir más allá del maratón y hacer los titánicos triatlones.
Llegué a él por la bendición de las redes sociales. Alguien que vio mis reportes en Facebook a través de una aplicación para el Nike SportBand, me lo sugirió. "Lee a Murakami", me dijo un contacto. Otro me lo repitió en Twitter. Así llegué a ese libro en que él profundiza la fusión entre sus dos grandes amores: "De qué hablo cuando hablo de correr".
Es un texto (acá la crítica en The New York Times) en que hay filosofía pura. Las largas distancias se parecen a la vida. O pueden ser una novela. Hay dolor en la vida. Hay dolor al escribir. Murakami repasa sobre sus esfuerzos, sus anécdotas, sus visiones. Sobre lo que para él pareciera una amalgama rutinaria entre las letras y el asfalto. Entre las palabras y el sudor. Entre una laptop y unos zapatos de correr Mizuno.
Las largas distancias se parecen a la vida. Y en ella habrá dolor y el sufrimiento será opcional, como citaba en la primera frase. Uno decide si sufre. Uno lo permite. Correr es mucho más que correr. Esa es la moraleja de Murakami.